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domingo, 24 de maio de 2020

La Nacion - Coronavirus: La tapa del The New York Times refleja el impacto por las 100.000 muertes en EE.UU.

https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/tapa-nyt-nid2368928

La Nacion: Coronavirus en la Argentina. Dos guerras en paralelo con lo peor de la crisis en el horizonte.

https://www.lanacion.com.ar/politica/coronavirus-argentina-dos-guerras-paralelo-lo-peor-nid2368869


Lo peor está por delante. Dos meses de cuarentena lograron contener el número de muertes por coronavirus, a costa de un desplome de la actividad a niveles históricos. Pero la rutina del encierro en los centros urbanos se irá extendiendo, en cuotas y con matices, por lo menos hasta finales de agosto, descuentan ya en el Gobierno.
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El pico de contagios -y sus consecuencias angustiantes- está a la vista. El piso del desplome económico, en cambio, resulta aún inimaginable.

segunda-feira, 18 de maio de 2020

La Nacion: El coronavirus, los economistas y el día después.

https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/el-coronavirus-economistas-dia-despues-nid2366513


Cedo la palabra al economista coreano Ha-Joo Chang: "Las ciencias económicas, por decirlo de otro modo, no han sido irrelevantes sino algo peor: tal como se han practicado en las últimas tres décadas, han perjudicado claramente a la mayoría de las personas".

quinta-feira, 7 de maio de 2020

La Nacion: Deuda - Economistas locales firman una carta abierta en apoyo a la reestructuración.

https://www.lanacion.com.ar/economia/deuda-economistas-locales-firman-carta-abierta-apoyo-nid2362844

Desde Jorge Remes Lenicov a Emmanuel Álvarez Agis, pasando por Fernando Navajas, Pablo Gerchunoff, José Luis Machinea y Martín Rapetti. Más de un centenar de economistas argentinos firmaron hoy una carta abierta en apoyo a la gestión del gobierno local por la renegociación de la deuda pública.
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La carta replica centralmente el texto publicado ayer, firmado por los premios Nobel Joseph Stiglitz, Edmund Phelps, y su colega Carmen Reinhardt, que fue acompañada por otros colegas célebres como Thomas Piketty, Jeffrey Sachs, Kenneth Rogoff y Dani Rodrik.
La iniciativa local comenzó esta mañana, con llamados y mensajes entre economistas argentinos de diversas escuelas. Rapetti, economista de Cedes, y Pablo Gluzmann, investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), alma mater del ministro Martín Guzmán, fueron algunos de los impulsores de la iniciativa. 

domingo, 12 de abril de 2020

Daron Acemoglu hoje no La Nacion: "Ahora necesitamos empoderar a los Estados y trabajar muy duro para controlarlos y contenerlos".

https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/daron-acemoglu-ahora-necesitamos-empoderar-a-los-estados-y-trabajar-muy-duro-para-controlarlos-y-contenerlos-nid2353255



El economista turco, uno de los más prestigiosos del mundo, afirma que esta pandemia es un punto de inflexión, como lo fue la peste negra, y advierte que la crisis desnudó cuán inadecuadas son muchas de nuestras instituciones.

"Vivimos tiempos tumultuosos, inciertos y peligrosos", dice el economista nacido en Turquía. "Necesitamos que el Estado juegue un rol mayor para reforzar la red de protección social, evitar que la gente caiga en la pobreza, rescatar a los comercios e incluso usar todo tipo de herramientas para rastrear quien está contagiado y cómo está esparciéndose la infección. Todo esto podría resultar una receta para un nuevo tipo de totalitarismo. Pero no hay nada inevitable en todo esto", subraya. "No podemos ser complacientes cuando se trata del Estado y los políticos poniéndose dominantes. Pero también estaríamos cometiendo un grave error si atáramos las manos de las instituciones estatales para lidiar con la crisis actual. Necesitamos empoderarlas ahora y trabajar muy duro para controlarlas y contenerlas".

sábado, 10 de junho de 2017

La Nacion: "Gobernar sin complejos".

Didático editorial do La Nacion para quem tem interesse em entender a Argentina e, porque não, o Brasil de hoje.    

La práctica de la política en democracia se enfrenta a un dilema: o bien decir y hacer lo que beneficie al país y al conjunto social, o bien dejar eso de lado y actuar según lo que convenga electoralmente para obtener votos y lograr el poder o mantenerse en él. No existiría tal dilema si la mayoría de los ciudadanos supiera y coincidiera en cuáles son las políticas correctas para los objetivos comunes. Entonces, los dirigentes no tendrían razones para hacer populismo ni demagogia. Pero las sociedades no siempre tienen esa cualidad. Hay una muy extendida incomprensión de los fenómenos económicos y predomina una interpretación muy simplificada y generalmente de tipo conspirativo. Para la mayoría de nuestros ciudadanos los problemas son causados por personas con poder económico, ambiciosas y egoístas. Ni a la inflación ni al estancamiento económico se los entiende como consecuencia de políticas inadecuadas. Suele adjudicarse la culpa al "capital concentrado interno y externo" o a los "formadores de precios". Estas visiones simplistas deben ser modificadas mediante la educación y la docencia de los líderes de la política y la cultura. El populismo hace justamente lo contrario. Exacerba esos sentimientos para lograr apoyo y poder.

Este dilema tiene relación con la preferencia de los gobernantes de favorecer el corto plazo y no un horizonte más prolongado. Por ejemplo, alentar el consumo y de esa forma desalentar el ahorro, lo que permite lograr apoyos de quienes votan hoy, aunque se perjudique a las generaciones futuras.

Otro rasgo distintivo de las sociedades actuales es la artificiosa apropiación de las virtudes morales por parte de las izquierdas. Si se es de derecha o si se expresa preferencia por el respeto de los derechos individuales, la propiedad y la libertad económica y política, entonces se deberá demostrar que a pesar de ello uno es honesto. Mientras tanto, se presumirá lo contrario. Declararse "progresista" protege contra esas presunciones. Adoptar una línea francamente izquierdista puede llegar a inmunizar a quienes delinquen a ojos vistas. Se le adjudica a Néstor Kirchner la frase "la izquierda te da fueros".

(...)


El país reclama y necesita el éxito de este gobierno. La situación heredada era y es de extrema gravedad económica y de deterioro institucional. Mucho se ha hecho para recobrar el prestigio perdido durante el kirchnerismo, pero mucho falta por hacer para superar los riesgos de una nueva crisis de deuda y para generar incentivos a la inversión. El liderazgo que lo permita no se construirá con actitudes acomplejadas ni mimetizaciones ideológicas o costumbristas carentes de autenticidad.

domingo, 5 de março de 2017

La Nacion: El Papa y el capitalismo.


En una reciente entrevista al diario El País, de España, el papa Francisco cuestionó al capitalismo, manifestando que América latina "está sufriendo los efectos de un sistema económico en cuyo centro está el dios dinero" y de "políticas de exclusión" por "un fuerte embate de liberalismo económico", al que culpa de aplicar una economía que "mata de hambre y mata de falta de cultura". Días después, en una audiencia concedida al grupo Economía de Comunión, el Papa reclamó un cambio completo en el orden económico-social y volvió a criticar al capitalismo, identificándolo con el afán por el dinero, "culto idólatra, sustituto de la vida eterna". Según Francisco, "el principal problema ético de este capitalismo es la generación de descartes para después tratar de ocultarlos o de curarlos para que no se vean".

La humanidad lleva siglos tratando de realizar cambios completos en el orden económico y social, desde las utopías románticas al socialismo científico, acumulando fracasos por ignorar la raíz compleja de la naturaleza humana. El mayor progreso ocurrió cuando las llamadas "revoluciones burguesas" terminaron con los absolutismos al limitar el poder de los gobernantes, emergiendo los estados nacionales con bases constitucionales.

Al adoptarse el Estado de Derecho, se advirtió la potencia creadora del derecho de propiedad, la división de poderes y las libertades individuales. El liberalismo permitió el desarrollo del capitalismo, su hijo dilecto. La irrupción de la burguesía fue acompañada por un estallido de inventos y de sus aplicaciones prácticas, como el vapor y la electricidad. La riqueza estática del feudalismo, fundada en la tierra, la esclavitud y las conquistas, fue sustituida por la creación industrial de bienes en escala impensada, impulsando el comercio para evitar las guerras, la división del trabajo y el dinero como medio de cambio. La clave consistió en haber encauzado en forma productiva el natural instinto humano de supervivencia, combinando solidaridad con egoísmo. No se intentó cambiar al hombre, inventando un "hombre nuevo", sino, como lo enseña el arte del yudo, aprovechar la fuerza del interés individual para crear riqueza en beneficio del conjunto.

Esa potencia, que en el capitalismo se denomina "fuerzas del mercado" está presente en cualquier sociedad, sólo que, cuando no existe derecho de propiedad, las mismas fuerzas operan en el mercado político, creando otros privilegiados y otros excluidos, en un contexto de miseria generalizada por el desinterés que suscita el trabajo colectivista.

Sin capitalismo no hay progreso material, ni empleos de calidad, ni forma de financiar la salud y la educación, ni inclusión de los excluidos, ni protección de los más débiles. Sin embargo, aun cuando carga sobre sus espaldas un Estado cada vez más gigante para cumplir con derechos sociales en expansión, el capitalismo suscita críticas por la desigualdad entre los más ricos y los más pobres. Ante la vara igualitaria, de nada vale que estos últimos sean mucho más prósperos que antes, al mejorar sus ingresos, ampliar sus derechos y acceder a servicios públicos gratuitos. Parecería que es mejor la igualdad en la miseria, como en Venezuela, Haití, Nicaragua o Malí, que la desigualdad con mayor bienestar para los más pobres y movilidad social para todos.

¿Cómo crear riqueza para tantas necesidades, manteniendo los incentivos del capitalismo y priorizando también la igualdad, sin dañar aquellos? Este interrogante pone de manifiesto la dificultad de dar soluciones perfectas a dramas humanos que no pueden resolverse con voluntarismo. Como el populismo, que sin mayores pruritos intelectuales se desentiende del largo plazo, incinerando en la hoguera del voto inmediato y del robo "para la Corona" el futuro de las generaciones venideras.

Desde la publicación de la encíclica Rerum Novarum por León XIII, en 1891, quedó básicamente definida la línea de pensamiento económico y social de la Iglesia Católica. Con ligeras variantes, aquellos conceptos siguen manteniéndose. Recogemos en ellos una visión crítica de la economía de mercado que nace, paradójicamente, en los fundamentos de su buen funcionamiento. En efecto, éstos dicen que la maximización del beneficio individual, en condiciones apropiadas de competencia, optimiza el resultado para el conjunto de la sociedad. Si bien la búsqueda del lucro es una actitud natural del hombre, puede ser interpretada como opuesta a la virtud de la generosidad con el prójimo y el desprendimiento personal. De ahí la prevención tradicional de la Iglesia Católica respecto del capitalismo o si se quiere, del liberalismo económico. Pero, por otro lado, hay un reconocimiento de que la creación de capital en propiedad privada es esencial para generar crecimiento y creación de empleo.

La Doctrina social de la Iglesia reconoce que la protección del derecho de propiedad y la competencia son necesarias para que haya ahorro voluntario e inversión eficiente. También, para lograr avance tecnológico. Sostiene estas relaciones y rechaza el colectivismo en su máxima expresión, el comunismo, por su negación de la propiedad privada. Este rechazo se extiende a expresiones del socialismo que restrinjan sensiblemente la disposición de la propiedad privada y la libertad política.

El capitalismo puede resultar en una distribución del ingreso menos igualitaria o más concentrada de la que muchos desearían. Ha sido esto motivo de disconformidad y crítica de segmentos de la jerarquía católica, incluyendo al papa Francisco. Pero no por ello han dejado de reconocer que el comunismo. al intentar igualitarismo, inevitablemente llevó a gobiernos totalitarios que necesitaron suprimir no sólo la propiedad privada, sino también la libertad. Quienes han tenido que vivir bajo esos regímenes saben del sufrimiento y de la pobreza consecuente. Quienes no han vivido el comunismo y sólo lo han visto desde lejos, están más propensos a magnificar los defectos de la economía de mercado.

Una bien fundada formación económica facilita la comparación correcta entre capitalismo y colectivismo. La insuficiencia de capacidad de análisis económico para comparar esas alternativas puede explicar muchas veces las críticas al capitalismo. Tal vez haya también algo de esto en Francisco. Su falta de vivencia dentro de un régimen comunista podría explicar la diferencia de sus críticas al capitalismo con las más moderadas y equilibradas de Juan Pablo II, nacido en la Polonia comunista.

Existe un ámbito inmenso donde la prédica moral de la Iglesia fortalece el capital social construyendo lazos de solidaridad que han de diferenciarse de las utopías que alientan posiciones extremas o dan sustento a demagogos cuyo interés es el poder y no los pobres.

Parafraseando a Winston Churchill: "La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre con excepción de todos los demás", podríamos emplear el mismo dicho, pero cambiando las palabras "democracia" por "capitalismo" y "gobierno" por "sistema económico".



A importância de debater o PIB nas eleições 2022.

Desde o início deste 2022 percebemos um ano complicado tanto na área econômica como na política. Temos um ano com eleições para presidente, ...